21 octubre 2021

Seda

    Aunque su padre había imaginado para él un brillante porvenir en el ejército, Hervé Joncour había acabado ganándose la vida con una insólita ocupación, tan amable que, por singular ironía, traslucía un vago aire femenino.

    Para vivir, Hervé Joncour compraba y vendía gusanos de seda.

    Era 1861. Flaubert estaba escribiendo "Salammbô", la luz eléctrica era todavía una hipótesis y Abraham Linclon, al otro lado del océano, estaba combatiendo en una guerra cuyo final no vería.

    Hervé Joncour tenía treinta y dos años.

    Compraba y vendía.

    Gusanos de seda.

[...]

    Lavilledieu era el nombre del pueblo en que Hervé Joncour vivía. 

    Hélène, el de su mujer.

    No tenían hijos.

[...]

    Si se lo hubieran preguntado, Hervé Joncour habría respondido que su vida continuaría de ese modo para siempre.


    Estos fragmentos forman parte del inicio de Seda (1996), novela del italiano Alessandro Baricco (Turín 1958). Probablemente sea su novela más leída, convertida en best-seller y adaptada al cine en 2007 con los papeles protagónicos de Keira Knightley y Michael Pitt.

    Llegué a esta novelita por recomendación de una buena amiga y gran lectora, Rosa. En ese momento no sabía qué leer y me dijo que esta obrita era cómoda y me iba a gustar. La verdad es que no erró. 

    Hablamos de la historia de un comerciante de gusanos de seda que viaja a Japón para conseguir huevos de calidad... Esta presentación me desconcertó bastante pues en principio no era una temática que me atrajese... Pero este comerciante acaba cautivado de unos inquietantes ojos de una mujer de rasgos occidentales: la amante de Hara Kei, el señor de las tierras que producen los mejores huevos de gusano del mundo. Mientras tanto, en Francia lo esperan su mujer, de la que está profundamente enamorado, y toda una población que vive de los huevos que él compra. Este sería el armazón de la historia, así que le di una oportunidad.

    Alessandro Baricco prsentaba la edición italiana de Seda con estas palabras: "Esta no es una novela. Ni siquiera es un cuento. Esta es una historia. Empieza con un hombre que atraviesa el mundo, y acaba con un lago que permanece inmóvil, en una jornada de viento. El hombre se llama Hervé Joncour. El lago, no se sabe. Se podría decir que es una historia de amor. Pero si solamente fuera eso, no habría valido la pena contarla. En ella también están entremezclados deseos, y dolores, que se sabe bien lo que son, pero que no tienen un nombre exacto que los designe. Y, en todo caso, ese nombre no es amor. Todas las historias tienen una música propia. Esta tiene una música blanca. Es importante decirlo porque la música blanca es una música extraña, a veces te desconcierta: se ejecuta suavemente y se baila lentamente. Cuando la ejecutan bien es como oír el silencio y a los que la bailan estupendamente se les mira y parecen inmóviles."

    No puedo estar más de acuerdo con esta presentación de la obra. Cierto es que, leyendo cada una de sus páginas, pareciera que tuviese la cadencia de una obra musical que te va guiando lentamente... Vas leyendo y parece que no pasa "nada", pero pasa "todo" aunque de una forma muy sutil...

    A la pregunta de si sus obras se enmarcaban en lo onírico, Alessandro Baricco contestó: " Para mí existe la realidad que nos rodea, que está aquí, llena de cosas palpables. [...] Pero también hay otra parte de la vida en la que no interesa tanto entender qué es real y que aparece cuando la realidad se gira y le ves la espalda. Mis libros son un poco así. Hablan de una cierta realidad, después de que la he observado, la he volteado y he mirado lo que hay detrás." ¿Y qué hay detrás?- le preguntaron. ¿Es la belleza lo que estás buscando como fin, como destino? "Más que belleza, es una fuerza, una intensidad. Yo creo que todos necesitamos intensidad. Sin ella nos morimos."

    Efectivamente, Seda es una obra muy cortita, aparentemente simple, pero con momentos muy intensos. Además, al menos yo, no llegué a esperar uno de esos momentos y me resultó realmente conmovedor. 

    Me ha resultado muy curiosa esta afirmación de Baricco sobre esta obra: "Es el tercer libro que escribí y cuando se lo entregué a mi editor le dije: lo siento mucho. Es muy corto, muy simple, pero necesitaba escribirlo".

    Un libro que se presenta como la necesidad de un escritor, como inevitable escribirlo, es porque está sustentado sobre sentimientos poderosos. Os invito a descubrirlos...

  

06 octubre 2021

Elogio de la madrastra

        El día que cumplió cuarenta años, doña Lucrecia encontró sobre su almohada una misiva de trazo infantil, caligrafiada con mucho cariño:

"¡Feliz cumpleaños, madrastra! No tengo plata para regalarte nada pero estudiaré mucho, me sacaré el primer puesto y ese será mi regalo. Eres la más buena y la más linda y yo me sueño todas las noches contigo. ¡Feliz cumpleaños otra vez!  Alfonso"

        Era medianoche pasada y don Rigoberto estaba en el cuarto de baño entregado a sus abluciones de antes de dormir, que eran complicadas y lentas. (Después de la pintura erótica, la limpieza corporal era su pasatiempo favorito; la espiritual no lo desasosegaba tanto). Emocionada con la carta del niño, doña Lucrecia sintió el impulso irresistible de ir a verlo, de agradecérsela. Esas líneas eran su aceptación en la familia, en verdad. ¿Estaría despierto? ¡Qué importaba! Si no, lo besaría en la frente con mucho cuidado para no recordarlo.

        Mientras bajaba las escaleras alfombradas de la mansión a oscuras, rumbo a la alcoba de Alfonso, iba pensando: "Me lo he ganado, ya me quiere". Y sus viejos temores sobre el niño comenzaron a evaporarse como una leve niebla corroída por el sol del verano limeño.


    Así empieza la novela Elogio de la madrastra de Mario Vargas Llosa (Arequipa, 1936), premio Nobel de Literatura en 2010, Príncipe de Asturias de las Letras en 1986 y Premio Cervantes en 1994. Semejante carta de presentación no necesita más comentario.

    Recuerdo hoy esta novela porque fue lo primero que leí de él, estando todavía en el instituto. Tengo mucho que agradecerle a mis profesoras de Literatura, sí de Literatura, aquella época dorada en la que la materia estaba dividida en varias asignaturas (Lengua, Literatura y Comentario de Texto) y que hoy ha quedado reducida a tres escasas horas semanales.... Andrea y Elena, mis profesoras de Literatura, me mostraron un mundo literario que se alejaba en ocasiones del encorsetamiento de los libros de texto y del currículo, presentando la literatura como una verdadera manifestación artística capaz de mover sensibilidades. Quizás por eso varios de sus alumnos nos dedicamos hoy al mundo de la enseñanza en el ámbito de las Letras y la Música.

    En esta novela que comentamos Vargas Llosa domina el arte de narrar en el plano del erotismo y de la seducción y juega con esa relación. De hecho, la novela se publicó en 1988 en la colección "La Sonrisa Vertical", dirigida por Luis García Berlanga (a quien Vargas Llosa le dedicó la novela),  dentro de la editorial Tusquets. 

    Podríamos decir que la obra muestra una red de perversidad que enreda poco a poco a sus tres personajes principales: la sensual doña Lucrecia, la madrastra; don Rigoberto, el padre, solitario practicante de rituales higiénicos y fantaseador amante ( personaje que más tarde desarrollaría en la novela Los cuadernos de don Rigoberto) ; y el inquietante Fonchito, hijo de don Rigoberto, cuya angelical presencia y anhelante mirada parecen corromperlo todo...

    En cuanto a técnica literaria me gusta que el mundo ficticio se encuentra organizado inicialmente a partir de un equilibrio entre realidad e imaginación, que es lo que permite cierto orden. Y todo ello contado a través de dos narradores: uno omnisciente, que describe los hechos que tienen lugar en la mansión; otro en primera persona, que salta de personaje en personaje a medida que estos elaboran sus propias fantasías.

       Si leemos la obra en profundidad, supera el erotismo con el que ha sido catalogada y presenta una reflexión múltiple sobre el concepto de felicidad, sobre sus oscuras motivaciones y los paradójicos entresijos del poder corrosivo de la inocencia. 

    Cuando le preguntaron a Vargas Llosa: ¿Por qué La ciudad y los perros, Elogio de la madrastra y Los cuadernos de don Rigoberto están tan determinados por la infancia? Contestó lo siguiente: " Las experiencias más importantes que he tenido como escritor, las que me han suscitado más  historias, más personajes, las viví en mi infancia y mi adolescencia, por eso vuelvo tanto a esa época no solo de mi vida sino de mi país, o del mundo en el que yo crecí. La única patria del hombre es la infancia, decía Rilke". Dedicándome al mundo de la enseñanza no puedo permanecer indiferente ante tal afirmación.

    En cuanto al concepto que tiene Vargas Llosa de su obra y de la Literatura, me han llamado la atención las siguientes afirmaciones que hizo en distintas entrevistas:

" Escribir...No quiero dar mensajes, quiero contar historias; escribir es enriquecer nuestras experiencias con historias imaginarias, enriquecer nuestra sensibilidad, aumentar nuestro desasosiego frente al mundo tal como lo vemos".

" A la Literatura no hay que pedirle que sea optimista, ni que defienda valores positivos... Hay que exigirle que sea excelente, creativa, que pueda contagiarnos con sus mentiras e invenciones. Y si lo consigue, es útil, nos da razones para vivir. Pero nunca su función es promover la esperanza". 

    Dejo al lector de este blog que extraiga las conclusiones que considere sobre ese concepto de Literatura que defiende Vargas Llosa. Al escribir estas citas, sobre todo la segunda, he recordado la entrada que publiqué de Murakami, pues él también decía que quería que el lector sintiese lo que estuviesen sintiendo sus personajes, que si un personaje, por ejemplo, estaba enfermo, el lector sintiese los efectos de esa enfermedad. Ese era su objetivo, crear sensaciones y emociones. En esto coinciden los dos autores y, ciertamente, puede haber alguna conexión entre sus obras...

     Puede ser que le tenga especial cariño a Elogio de la madrastra porque fue la primera novela que leí de Vargas Llosa y además la trabajé, digamos que en profundidad, porque una lectura que me mandaron en clase. Luego, he disfrutado mucho leyendo otras obras de este autor como son Pantaleón y las visitadoras La casa verde. Leí Los cuadernos de don Rigoberto por aquello de que era la continuación del Elogio, pero me dejó una sensación muy extraña... En cualquier caso, recomiendo leer Elogio de la madrastra pues seguro que no dejará indiferente a ningún lector.