27 noviembre 2023

No quiero

 No quiero

que los besos se paguen
ni la sangre se venda
ni se compre la brisa
ni se alquile el aliento.
No quiero
que el trigo se queme y el pan se escatime.

No quiero
que haya frío en las casas,
que haya miedo en las calles,
que haya rabia en los ojos.

No quiero
que en los labios se encierren mentiras,
que en las arcas se encierren millones,
que en la cárcel se encierre a los buenos.

No quiero
que el labriego trabaje sin agua
que el marino navegue sin brújula,
que en la fábrica no haya azucenas,
que en la mina no vean la aurora,
que en la escuela no ría el maestro.

No quiero
que las madres no tengan perfumes,
que las mozas no tengan amores,
que los padres no tengan tabaco,
que a los niños les pongan los Reyes
camisetas de punto y cuadernos.

No quiero
que la tierra se parta en porciones,
que en el mar se establezcan dominios,
que en el aire se agiten banderas
que en los trajes se pongan señales.

No quiero
que mi hijo desfile,
que los hijos de madre desfilen
con fusil y con muerte en el hombro;
que jamás se disparen fusiles
que jamás se fabriquen fusiles.

No quiero
que me manden Fulano y Mengano,
que me fisgue el vecino de enfrente,
que me pongan carteles y sellos
que decreten lo que es poesía.

No quiero amar en secreto,
llorar en secreto
cantar en secreto.

No quiero
que me tapen la boca
cuando digo NO QUIERO…

Ofrecemos hoy este poema de Ángela Figuera Aymerich (Bilbao 1902 - Madrid 1984), escritora española representante de la denominada "poesía desarraigada" de la primera generación de posguerra española. Ángela estudió Filosofía y Letras en la Universidad de Madrid, fue catedrática de Lengua y Literatura en distintos institutos de Huelva, Alcoy y Murcia y también trabajó en la Biblioteca Nacional. Ángela Figuera desarrolló su poesía social junto a Gabriel Celaya y Blas de Otero, también vascos, y este vínculo generó la nominación de "el triunvirato vasco de la poesía de posguerra". 

Este poema pertenece a su primer libro, Mujer de barro (1948),  que refleja la difícil situación que se vivió durante la posguerra, especialmente en el bando "perdedor". Hay que señalar, para la mejor comprensión del texto y de la obra de Ángela Figuera, que ella era republicana y que sufrió la censura del Régimen.

El estilo de esta poeta se caracteriza por un lenguaje sencillo, tratando siempre de que su mensaje llegue a la gente. El texto que presentamos es una buena muestra de ello. En él podemos observar reflexiones de distintos aspectos sociales, políticos, personales... Destaquemos algunos versos:

"No quiero / que haya frío en las casas, / que haya miedo en las calles"

"No quiero / que en los labios se encierren mentiras / [...] que en la cárcel se encierre a los buenos".

"Que jamás se disparen fusiles / que jamás se fabriquen fusiles".

"No quiero / que me manden Fulano y Mengano, / que me fisgue el vecino de enfrente, / que me pongan carteles y sellos".

"No quiero amar en secreto, / llorar en secreto".

Todos los versos son dignos de ser destacados pues todos ellos ofrecen una intensa reflexión sobre la realidad de la España de la época. Pero lo destacable es que, a día de hoy, acabando el año 2023, estos versos siguen resultando actuales en muchos aspectos...

Pongamos atención al mensaje de la última estrofa, donde se utiliza la mayúscula para otorgar mayor énfasis: "No quiero / que me tapen la boca / cuando digo NO QUIERO...". Poco más que añadir... Solo el deseo de que nuestros lectores disfruten con esta lectura.



26 octubre 2023

Primera casa

Todo lo que fue olvidando

lo recuerda mi cuerpo por mí.


El pozo, el túnel, el

botón de arranque.

Pura demo(n)stración.


La unidad familiar comienza con el 

ruido de un cuerpo.


Con ellos tengo este puente y su 

lenguaje secreto.

Nada más sabio hay que sus brincos y 

maullidos,

la espuma de sus olas ilumina nuestros 

pies.


En cuanto mis caderas avanzan por esa

casa

la derecha masca la pertenencia,

la izquierda aprende a refundarse.

Las líneas de mi frente hacen todo lo

contrario,

riega el vientre la flor de la división.


A toda casa se ingresa siempre a través

del cuerpo.


Qué más quisieras que un poema se

escribiese con estos dedos

capaces de ir y pulsar teclas tan altas.


Umbral, resorte, código.

No con la inteligencia, ahora.

Con las manos.


    Compartimos hoy un poema de la poeta Yolanda Castaño (Santiago de Compostela 1977) galardonada con el Premio Nacional de Poesía 2023 por su obra Materia. Esta obra, de la que ofrecemos el poema "Primera casa", gira en torno a la maternidad, los lazos familiares, el amor y las costumbres. El jurado ha destacado de su obra, entre otras cualidades, "su extraordinaria fuerza evocativa y sensorial".
    Una nota distintiva de esta poeta es que siempre escribe en gallego y, posteriormente, ella misma se traduce al castellano. 
    Resaltamos los siguientes versos que pueden resultar interesantes para una reflexión o para generar una sensación:

"Todo lo que fui olvidando / lo recuerda mi cuerpo por mí".

"La unidad familiar comienza con el / ruido de un cuerpo".

"Con ellos tengo este puente y su / lenguaje secreto".


22 septiembre 2023

La biblioteca

                                                        

El aire es allí diferente.

Está erizado todo por una corriente
Que no viene de este o aquel texto,
Sino que los enlaza a todos
Como un círculo mágico.

El silencio es allí diferente.
Todo el amor reunido, todo el miedo reunido,
Todo el pensar reunido, casi toda la muerte,
Casi toda la vida y además todo el sueño
Que pudo despejarse del árbol de la noche.

Y el sonido es allí diferente.
Hay que aprender a oírlo
Como se oye una música sin ningún instrumento,
Algo que se desliza entre las hojas,
Las imágenes, la escritura y el blanco.

Pero más allá de la memoria y los signos que la imitan,
Más allá de los fantasmas y los Ángeles que copian la memoria
Y desdibujan los contornos del tiempo,
Que además carece de dibujo,
La biblioteca es el lugar que espera.

Tal vez sea la espera de todos los hombres,
porque también los hombres son allí diferentes.
O tal vez sea la espera de que todo lo escrito
Vuelva nuevamente a escribirse,
Pero de alguna otra forma, en algún otro mundo,
Por alguien parecido a los hombres,
Cuando los hombres ya no existan.

O tal vez sea tan solo la espera
De que todos los libros se abran de repente,
Como una metafísica consigna,
Para que se haga de golpe la suma de toda la lectura,
Ese encuentro mayor que quizá salve al hombre.
Pero, sobre todo, la biblioteca es una espera
Que va más allá de letra,
Más allá del abismo.

La espera concentrada de acabar con la espera,
De ser más que la espera,
De ser más que los libros,
De ser más que la muerte.


Comenzamos un nuevo curso con la descripción de la biblioteca que nos propone Roberto Juarroz (1925-1995), poeta y bibliotecario argentino.
Me resulta cautivadora la forma de organizar las tres primeras estrofas con esos paralelismos:" El aire es allí diferente/ El silencio es allí diferente/ El sonido es allí diferente". Y no le falta razón, las bibliotecas tienen una esencia especial: silencio y sonido se complementan de forma única y armoniosa para aquellos que tengan la capacidad de sentirlos. 
Me parece, además, muy interesante la reflexión de Juarroz en las últimas estrofas. La biblioteca podría entenderse simplemente como un lugar de espera, pero sería una interpretación bastante pobre y limitada. Él mismo plantea la posibilidad de que pudiera ser necesario que todo lo escrito vuelva nuevamente a ser escrito "por alguien parecido a los hombres"... Es decir, la necesidad de una reelaboración de todo el saber acumulado, quizás desde otra perspectiva. Pero también plantea la posibilidad de que las bibliotecas sean el lugar donde todos los libros se abran de repente y eso suponga la salvación del hombre porque, en definitiva, las bibliotecas representan "la espera concentrada de acabar con la espera"... 
Les deseamos a todos nuestros lectores y seguidores un maravilloso curso 2023/2024.

19 enero 2023

Hay voces libres...

 

Hay voces libres,
y voces con cadenas
y hay piedra y leño y despejada llama que consume;
hombres que sangran contra un sueño
y témpanos que se derrumban sobre las calles sin gemido.
Hay límites en lo que no se mueve entre las manos
y en lo que corre corre y huye como una herida;
en la arena intangible cuando el sol adormece
y en esa inconfundible precisión de los astros.
Hay límites en la conversación tranquila que no pretende
y en el vientre estancado que se levanta o gira como una peonza.
Hay límites en ese líquido que se derrama intermitentemente
    mientras los ojos de los niños preguntan y preguntan a una
    voz que no llaman;
hay límites
en la amistad
y en esas flores enamoradas que no se escuchan.

Hay límites
y hay cuerpos.
Hay voces libres
y voces con cadenas.
Hay barcos que cruzan lentos sobre los lentos mares
y hay barcos que se hunden medio podridos en el cieno profundo.
Hay manteles tendidos a la luz de la luna
y cuerpos que tiritan sin sombra bajo la oscuridad de la miseria.

Hay sangre:
sangre que duerme y no descansa
y sangre que baila y grita al compás de la Muerte;
sangre que se escapa de las manos cantando
y sangre que se pudre estancada en sus cuévanos.
Hay sangre que inútilmente empaña los cristales
y sangre que pregunta y camina y camina;
sangre que enloquecida se dispara
y sangre que se ordena gota a gota para nunca entregarse.
Hay sangre en lo que no se dice
y sangre que no se calla y no se calla.
Hay sangre que rezuma medio seca bajo las telas sucias
y sangre floja bajo las venas que se para y no sale.

Hay voces libres
y voces con cadenas
y hay palabras que se funden al chocar contra el aire
y corazones que golpean en la pared como una llama.

Hay límites
y hay cuerpos
y hay sangre que vive separada bajo las duras cruces de unos hierros
y hay sangre que pasea dulcemente bajo la sombra de los árboles.

Hay hombres que descansan sin dolor contra el sueño
y témpanos que se derrumban sobre las piedras sin un gemido.


Comparto hoy este poema de Emilio Prados (1899-1962), poeta malagueño perteneciente a la Generación del 27, Premio Nacional de Poesía en 1938. Con Manuel Altolaguirre fundó la imprenta Sur en Málaga en 1925. A Prados y Altolaguirre también le debemos la edición de la mítica revista "Litoral", considerada de vital importancia para el desarrollo de los miembros de la Generación de la Generación del 27.

El poema seleccionado nos propone una reflexión sobre la necesidad, o no, de la existencia de límites, posibilitando así la unión de contrarios. Es un poema de esencia surrealista en cuanto a la libertad expresiva y formal (ausencia de rima, versos largos, imágenes oníricas...), pero en su conjunto el mensaje creo que resulta bastante claro. Solo hay que detenerse en estos versos que se repiten a lo largo del poema: " Hay voces libres / y voces con cadenas". 

07 abril 2022

La saeta


¡Oh, la saeta, el cantar
a
l Cristo de los gitanos,
siempre con sangre en las manos,
siempre por desenclavar!
¡Cantar del pueblo andaluz,
que todas las primaveras
anda pidiendo escaleras
para subir a la cruz!
¡Cantar de la tierra mía,
que echa flores
al Jesús de la agonía,
y es la fe de mis mayores!
¡Oh, no eres tú mi cantar!
¡No puedo cantar, ni quiero
a ese Jesús del madero,
sino al que anduvo en el mar!

    Antonio Machado (1875-1939) escribió este poema en 1914. En vísperas del Viernes de Dolores y de una Semana Santa, ansiada por muchos, me ha parecido oportuno recordar esta copla de Machado que se ha hecho tan popular. Quizás alguno descubra hoy que fue Machado quien escribió estos versos...
    El texto que presentamos hoy es popular en varios sentidos: tiene su origen en lo popular, en la tradición, en las costumbres, y ha llegado a pertenecer al pueblo, convirtiéndose en patrimonio de la cultura popular. Una lectura simple y rápida quizás no lleve a error pues podemos pensar que Machado era un gran admirador de las procesiones de Semana Santa (Machado es sevillano) y un religioso ferviente. Es cierto que las referencias a Dios y a Jesucristo son frecuentes en su obra, pero no es menos cierto que también lo es la crítica al magisterio de la Iglesia. Machado escribiría: "Sobre la divinidad de Jesús he de deciros que nunca he dudado de ella" y "Siempre estimé como de gusto superficial el escribir contra la divinidad de Jesucristo. Es el afán demoledor de los pigmeos que no admiten más talla que la suya". 
    Machado pone el interés en la concepción del cristianismo como una ética del amor fraterno, por eso recurre a la humanidad de Jesucristo y en el Cristo resucitado por encima del crucificado. Esa idea la observamos perfectamente en este poema: Su cantar no es el que echa flores a Jesús de la Agonía (una talla de un crucificado), no le canta al Jesús del madero, sino al que anduvo en el mar. 
    Su anticlericalismo siempre estuvo presente, pero se acentuó en sus últimos años. En sus Apuntes íntimos escribiría: "Roma es un poder del Occidente pragmático, un poder contra el Cristo, que tiene del Cristo lo bastante para defenderse de él". Y en una carta a Miguel de Unamuno dijo: "El clericalismo español solo puede indignar seriamente al que tenga un fondo cristiano". 
    No es momento hoy para seguir profundizando en la obra y estilo de Antonio Machado, solo he querido dejar este pequeño apunte antes de las vacaciones de Semana Santa. Tiempo habrá para deleitarnos con su obra poética y con alguna que otra curiosidad, como la de que conoció a Leonor, su gran amor, cuando ella tenía tan solo 13 años y tuvo que esperar a que cumpliera la edad legal para casarse, 15 años. Machado tenía 34 años cuando se casó con Leonor... 
    Desde aquí deseamos a nuestros lectores que disfruten de esos días de descanso, si es que los tienen, y aprovechen esta semana de Pasión y Gloria como mejor consideren. 

07 marzo 2022

El sí de las niñas

 DOÑA FRANCISCA.- Haré lo que mi madre me manda, y me casaré con usted.

DON DIEGO.- ¿Y después, Paquita?
DOÑA FRANCISCA.- Después... y mientras me dure la vida, seré mujer de bien.
DON DIEGO.- Eso no lo puedo yo dudar... Pero si usted me considera como el que ha de ser hasta la muerte su compañero y su amigo, dígame usted, estos títulos ¿no me dan algún derecho para merecer de usted mayor confianza? ¿No he de lograr que usted me diga la causa de su dolor? Y no para satisfacer una impertinente curiosidad, sino para emplear método en su consuelo, en mejorar su suerte, en hacerla dichosa, si mi conato y mis diligencias pudiesen tanto.
DOÑA FRANCISCA.- ¡Dichas para mí!... Ya se acabaron.
DON DIEGO.- ¿Por qué?
DOÑA FRANCISCA.- Nunca diré por qué.
DON DIEGO.- Pero ¡qué obstinado, qué imprudente silencio!... Cuando usted misma debe presumir que no estoy ignorante de lo que hay.
DOÑA FRANCISCA.- Si usted lo ignora, señor don Diego, por Dios no finja que lo sabe; y si, en efecto, lo sabe usted, no me lo pregunte.
DON DIEGO.- Bien está. Una vez que no hay nada que decir, que esa aflicción y esas lágrimas son voluntarias, hoy llegaremos a Madrid, y dentro de ocho días será usted mi mujer.
DOÑA FRANCISCA.- Y daré gusto a mi madre.
DON DIEGO.- Y vivirá usted infeliz.
DOÑA FRANCISCA.- Ya lo sé.
DON DIEGO.- Ve aquí los frutos de la educación. Esto es lo que se llama criar bien a una niña: enseñarla a que desmienta y oculte las pasiones más inocentes con una pérfida disimulación. Las juzgan honestas luego que las ven instruidas en el arte de callar y mentir. Se obstinan en que el temperamento, la edad ni el genio no han de tener influencia alguna en sus inclinaciones, o en que su voluntad ha de torcerse al capricho de quien las gobierna. Todo se las permite, menos la sinceridad. Con tal que no digan lo que sienten, con tal que finjan aborrecer lo que más desean,
con tal que se presten a pronunciar, cuando se lo manden, un sí perjuro, sacrílego, origen de tantos escándalos, ya están bien criadas, y se llama excelente educación la que inspira en ellas el temor, la astucia y el silencio de un esclavo.
******
DOÑA IRENE.- Es hija obediente, y no se apartará jamás de lo que determine su madre.
DON DIEGO.- Todo eso es cierto, pero...
DOÑA IRENE.- Es de buena sangre y ha de pensar bien, y ha de proceder con el honor que la corresponde.
DON DIEGO.- Sí, ya estoy; pero ¿pudiera, sin faltar a su honor ni a su sangre...?
DOÑA FRANCISCA.- ¿Me voy, mamá? (Se levanta y vuelve a sentarse).
DOÑA IRENE.- No pudiera, no señor. Una niña educada, hija de buenos padres, no puede menos de conducirse en todas ocasiones como es conveniente y debido. Un vivo retrato es la chica, ahí donde usted la ve, de su abuela que Dios perdone, Doña Jerónima de Peralta... 
******
DON DIEGO.- Dices bien... ¿Y sabes tú lo que es una mujer aprovechada, hacendosa, que sepa cuidar de la casa, economizar, estar en todo?... Siempre lidiando con amas, que si  una es mala, otra es peor, regalonas, entremetidas, habladoras, llenas de histérico, viejas, feas como demonios... No señor, vida nueva. Tendré quien me asista con amor y fidelidad, y viviremos como unos santos... Y deja que hablen y murmuren y...
SIMÓN.- Pero, siendo a gusto de entrambos, ¿qué pueden decir?
DON DIEGO.- No, yo ya sé lo que dirán; pero... Dirán que la boda es desigual, que no hay proporción en la edad, que...
SIMÓN.- Vamos, que no parece tan notable la diferencia. Siete u ocho años a lo más...
DON DIEGO.- ¡Qué, hombre! ¿Qué hablas de siete u ocho años? Si ella ha cumplido dieciséis años pocos meses ha.
SIMÓN.- Y bien, ¿qué?
DON DIEGO.- Y yo, aunque gracias a Dios estoy robusto y... Con todo eso, mis cincuenta y nueve años no hay quien me los quite.
******

    Estos fragmentos pertenecen a la obra El sí de las niñas de Leandro Fernández de Moratín (1760-1828). La obra se estrenó en Madrid el 24 de enero de 1806, obteniendo un éxito rotundo. 
    Pero El sí de las niñas levantaba odios y entusiasmos por su mensaje claramente inspirado en la Ilustración. En 1815, con la Restauración de Fernando VII, la Inquisición española encontró motivos suficientes para prohibir la obra. Esta prohibición se renovó en 1823 y cuando se levantó y la obra pudo volver a escena, en 1838, lo hizo con cortes debido a la censura impuesta.
    Poco más quiero añadir hoy, víspera del 8 de marzo, DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER. Que estos textos sirvan para generar una reflexión sobre la necesidad de educar en igualdad a niños y niñas, para luchar contra las desigualdades impuestas a lo largo de la historia y que todavía se sufren en este mundo tan convulso en pleno siglo XXI. Igualdad y respeto para todas y todos. 

03 febrero 2022

Cien sonetos de amor

 XLV

No estés lejos de mí un solo día, porque cómo,

porque, no sé decirlo, es largo el día,

y te estaré esperando como en las estaciones

cuando en alguna parte se durmieron los trenes.


No te vayas por una hora porque entonces

en esa hora se juntan las gotas del desvelo

y tal vez todo el humo que anda buscando casa

venga a matar aún mi corazón perdido.


Ay que no se quebrante tu silueta en la arena,

ay que no vuelen tus párpados en la ausencia:

no te vayas por un minuto, bienamada,


porque en ese minuto te habrás ido tan lejos

que yo cruzaré toda la tierra preguntando

si volverás o si me dejarás muriendo.


XLIV

Sabrás que no te amo y que te amo

puesto que de dos modos es la vida,

la palabra es un ala del silencio,

el fuego tiene una mitad de frío.


Yo te amo para comenzar a amarte,

para recomenzar el infinito

y para no dejar de amarte nunca:

por eso no te amo todavía.


Te amo y no te amo como si tuviera

en mis manos las llaves de la dicha

y un incierto destino desdichado.


Mi amor tiene dos vidas para amarte.

Por eso te amo cuando no te amo

y por eso te amo cuando te amo.


XI

Tengo hambre de tu boca, de tu voz, de tu pelo

y por las calles voy sin nutrirme, callado,

no me sostiene el pan, el alba me desquicia,

busco el sonido líquido de tus pies en el día.


Estoy hambriento de tu risa resbalada,

de tus manos color de furioso granero,

tengo hambre de la pálida piedra de tus uñas,

quiero comer tu piel como una intacta almendra.


Quiero comer el rayo quemado de tu hermosura,

la nariz soberana del arrogante rostro,

quiero comer la sombra fugaz de tus pestañas


y hambriento vengo y voy olfateando el crepúsculo

buscándote, buscando tu corazón caliente

como un puma en la soledad de Quitratúe.


    Hoy presentamos 3 poemas extraídos de Cien sonetos de amor (1959) de Pablo Neruda (1904-1973), Premio Nobel de Literatura en 1971.

    Hacía tiempo que no releía estos poemas y ha sido un placer, aunque algo duro tener que seleccionar uno para este blog, por eso finalmente he puesto tres. Una actividad de poesía con mis alumnos de 1º de ESO me hizo recordar a Neruda: una de mis alumnas seleccionó su famosísimo "Me gustas cuando callas porque estás como ausente". Comentamos el poema y les hablé de Neruda. Eso me dio la clave para decidir que la próxima entra de este blog sería para él.

    No he querido ir a lo clásico o lo más conocido de Neruda, sus Veinte poemas de amor y una canción desesperada. Los sonetos que presento hoy quizás no sean tan populares, pero sí igual de interesantes. Tan interesantes como la vida de Neruda.

    Para empezar, su nombre. Ni se llama Pablo ni se apellida Neruda. Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto decidió publicar con el pseudónimo de Pablo Neruda en 1920 para evitar el malestar de su padre por tener un hijo poeta. 

    Neruda fue senador de la República de Chile, miembro del Comité Central del Partido Comunista, precandidato a la presidencia de su país y embajador en Francia. En 1939 fue designado cónsul especial para la inmigración española en París. Es manifiesto su compromiso con la causa española y su apoyo a los escritores que tuvieron que escapar y vivir en el exilio. Lloró la muerte de Lorca, intervino para conmutar la pena de muerte de Miguel Hernández por cadena perpetua... Una muestra de ello es su libro España en el corazón (1937).

    En 1971 es galardonado con el Nobel "por una poesía que con la acción de una fuerza elemental da vida al destino y los sueños de un continente". Acertada definición de su obra. El propio Gabriel García Márquez dijo de Neruda que "es el más grande poeta del s.XX en cualquier idioma".

    Cien sonetos de amor es un poemario dedicado por entero a su mujer Matilde Urrutuia (es su tercera esposa). Muchas veces se ha catalogado la obra como la expresión del amor personal total. Matilde era una actriz y cantante chilena, que pasó a formar parte de la vida de Neruda en 1955 cuando este se separó oficialmente de Delia del Carril, su segunda esposa 20 años mayor que él. Cuando Delia tenía 70 años y él 50, su amor pasó a ser algo casi maternal. Es entonces cuando conoció a Matilde y recuperó el amor pasional vivido primero en una etapa clandestina. Me parece oportuno señalar esta anécdota de su vida para entender la intensidad de este poemario que comentamos. 

    Matilde influye positivamente en la producción poética de Neruda durante sus últimos años. No solo como musa, sino porque ella le ordena su agenda y su vida, de tal forma que las mañanas las podía dedicar a escribir. A la muerte de Neruda, Matilde editó sus memorias y alzó la voz contra Augusto Pinochet como hubiera hecho su marido.

    Uno de los últimos versos que Neruda escribió antes de morir fue, una vez más, para Matilde: "Fue tan bello vivir cuando vivías". Y no es casualidad que el pimer verso del primer poema de Cien sonetos de amor sea: "Matilde, nombre de planta o piedra o vino". Es decir, Matilde era su todo.

    Volviendo a la obra que nos ocupa tengo que decir que hay un poco de trampa en su título porque en realidad no estamos ante unos sonetos. No tenemos unos versos endecasílabos que rimen entre sí. Neruda juega con la métrica, con la rima y con nosotros. Sí que mantiene la estructura de 4-4-3-3 y eso lleva a engaño. Él mismo lo reconoció en la dedicatoria, donde obviamente está presente Matilde: " Señora mía muy amada, gran padecimiento tuve al escribirte estos mal llamados sonetos y harto me dolieron y costaron, pero la alegría de ofrecértelos es mayor que una pradera. Al proponérmelo bien sabía que al costado de cada uno, por afición electiva y elegancia, los poetas de todo tiempo dispusieron rimas que sonaron como platería, cristal o cañonazo. Yo con mucha humildad hice estos sonetos de madera, les di el sonido de esta opaca y pura substancia y así deben llegar a tus oídos. Tú y yo caminando por bosques y arenales, por lagos perdidos, por cenicientas latitudes, recogimos fragmentos de palo puro, de maderos sometidos al vaivén del agua y la intemperie. De tales suavizadísimos vestigios construí con hacha, cuchillo y cortaplumas, estas madererías de amor y edifiqué pequeñas casas de catorce tablas para que en ellas vivan tus ojos que tanto adoro y canto. Así establecidas mis razones de amor te entrego esta centuria: sonetos de madera que solo se levantaron por tú les diste la vida" (octubre de 1959).

    Esa dedicatoria es la explicación de la obra. Me encanta cómo juega con las palabras y con el tono. Recrea el estilo renacentista y barroco nada más empezar: Señora mía muy amada, gran padecimiento... Pareciera estar escuchando a Don Quijote dirigiéndose a su Dulcinea. Neruda reconoce el valor del esfuerzo de componer un soneto, de cómo los poetas se han ajustado a la métrica y la rima que le son propias. Y no es que Neruda no sea capaz de hacer un soneto, por supuesto que puede; es que Neruda lo que quiere es experimentar, jugar, hacer "sonetos de madera" y construir "pequeñas casas de catorce tablas". Sí, sus versos miden 14 (la mayoría). 

    En esta ocasión no voy a comentar nada de los textos seleccionados. Dejo libre la  interpretación del lector para que afloren sus propias sensaciones, mucho más tratándose de poesía. Para ello, he querido profundizar en la vida del autor, en su relación con su mujer y en la dedicatoria de esta centuria, como él se refiere a la obra. No tengamos miedo ni reparos a la hora de leer poesía; no hay que "entender", no hay que saber si se trata de un soneto o si tiene rima asonante o consonante. No; simplemente hay que sentir, dejar que los versos calen en uno y fluya el sentimiento que inyectó en ellos el autor.