03 febrero 2022

Cien sonetos de amor

 XLV

No estés lejos de mí un solo día, porque cómo,

porque, no sé decirlo, es largo el día,

y te estaré esperando como en las estaciones

cuando en alguna parte se durmieron los trenes.


No te vayas por una hora porque entonces

en esa hora se juntan las gotas del desvelo

y tal vez todo el humo que anda buscando casa

venga a matar aún mi corazón perdido.


Ay que no se quebrante tu silueta en la arena,

ay que no vuelen tus párpados en la ausencia:

no te vayas por un minuto, bienamada,


porque en ese minuto te habrás ido tan lejos

que yo cruzaré toda la tierra preguntando

si volverás o si me dejarás muriendo.


XLIV

Sabrás que no te amo y que te amo

puesto que de dos modos es la vida,

la palabra es un ala del silencio,

el fuego tiene una mitad de frío.


Yo te amo para comenzar a amarte,

para recomenzar el infinito

y para no dejar de amarte nunca:

por eso no te amo todavía.


Te amo y no te amo como si tuviera

en mis manos las llaves de la dicha

y un incierto destino desdichado.


Mi amor tiene dos vidas para amarte.

Por eso te amo cuando no te amo

y por eso te amo cuando te amo.


XI

Tengo hambre de tu boca, de tu voz, de tu pelo

y por las calles voy sin nutrirme, callado,

no me sostiene el pan, el alba me desquicia,

busco el sonido líquido de tus pies en el día.


Estoy hambriento de tu risa resbalada,

de tus manos color de furioso granero,

tengo hambre de la pálida piedra de tus uñas,

quiero comer tu piel como una intacta almendra.


Quiero comer el rayo quemado de tu hermosura,

la nariz soberana del arrogante rostro,

quiero comer la sombra fugaz de tus pestañas


y hambriento vengo y voy olfateando el crepúsculo

buscándote, buscando tu corazón caliente

como un puma en la soledad de Quitratúe.


    Hoy presentamos 3 poemas extraídos de Cien sonetos de amor (1959) de Pablo Neruda (1904-1973), Premio Nobel de Literatura en 1971.

    Hacía tiempo que no releía estos poemas y ha sido un placer, aunque algo duro tener que seleccionar uno para este blog, por eso finalmente he puesto tres. Una actividad de poesía con mis alumnos de 1º de ESO me hizo recordar a Neruda: una de mis alumnas seleccionó su famosísimo "Me gustas cuando callas porque estás como ausente". Comentamos el poema y les hablé de Neruda. Eso me dio la clave para decidir que la próxima entra de este blog sería para él.

    No he querido ir a lo clásico o lo más conocido de Neruda, sus Veinte poemas de amor y una canción desesperada. Los sonetos que presento hoy quizás no sean tan populares, pero sí igual de interesantes. Tan interesantes como la vida de Neruda.

    Para empezar, su nombre. Ni se llama Pablo ni se apellida Neruda. Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto decidió publicar con el pseudónimo de Pablo Neruda en 1920 para evitar el malestar de su padre por tener un hijo poeta. 

    Neruda fue senador de la República de Chile, miembro del Comité Central del Partido Comunista, precandidato a la presidencia de su país y embajador en Francia. En 1939 fue designado cónsul especial para la inmigración española en París. Es manifiesto su compromiso con la causa española y su apoyo a los escritores que tuvieron que escapar y vivir en el exilio. Lloró la muerte de Lorca, intervino para conmutar la pena de muerte de Miguel Hernández por cadena perpetua... Una muestra de ello es su libro España en el corazón (1937).

    En 1971 es galardonado con el Nobel "por una poesía que con la acción de una fuerza elemental da vida al destino y los sueños de un continente". Acertada definición de su obra. El propio Gabriel García Márquez dijo de Neruda que "es el más grande poeta del s.XX en cualquier idioma".

    Cien sonetos de amor es un poemario dedicado por entero a su mujer Matilde Urrutuia (es su tercera esposa). Muchas veces se ha catalogado la obra como la expresión del amor personal total. Matilde era una actriz y cantante chilena, que pasó a formar parte de la vida de Neruda en 1955 cuando este se separó oficialmente de Delia del Carril, su segunda esposa 20 años mayor que él. Cuando Delia tenía 70 años y él 50, su amor pasó a ser algo casi maternal. Es entonces cuando conoció a Matilde y recuperó el amor pasional vivido primero en una etapa clandestina. Me parece oportuno señalar esta anécdota de su vida para entender la intensidad de este poemario que comentamos. 

    Matilde influye positivamente en la producción poética de Neruda durante sus últimos años. No solo como musa, sino porque ella le ordena su agenda y su vida, de tal forma que las mañanas las podía dedicar a escribir. A la muerte de Neruda, Matilde editó sus memorias y alzó la voz contra Augusto Pinochet como hubiera hecho su marido.

    Uno de los últimos versos que Neruda escribió antes de morir fue, una vez más, para Matilde: "Fue tan bello vivir cuando vivías". Y no es casualidad que el pimer verso del primer poema de Cien sonetos de amor sea: "Matilde, nombre de planta o piedra o vino". Es decir, Matilde era su todo.

    Volviendo a la obra que nos ocupa tengo que decir que hay un poco de trampa en su título porque en realidad no estamos ante unos sonetos. No tenemos unos versos endecasílabos que rimen entre sí. Neruda juega con la métrica, con la rima y con nosotros. Sí que mantiene la estructura de 4-4-3-3 y eso lleva a engaño. Él mismo lo reconoció en la dedicatoria, donde obviamente está presente Matilde: " Señora mía muy amada, gran padecimiento tuve al escribirte estos mal llamados sonetos y harto me dolieron y costaron, pero la alegría de ofrecértelos es mayor que una pradera. Al proponérmelo bien sabía que al costado de cada uno, por afición electiva y elegancia, los poetas de todo tiempo dispusieron rimas que sonaron como platería, cristal o cañonazo. Yo con mucha humildad hice estos sonetos de madera, les di el sonido de esta opaca y pura substancia y así deben llegar a tus oídos. Tú y yo caminando por bosques y arenales, por lagos perdidos, por cenicientas latitudes, recogimos fragmentos de palo puro, de maderos sometidos al vaivén del agua y la intemperie. De tales suavizadísimos vestigios construí con hacha, cuchillo y cortaplumas, estas madererías de amor y edifiqué pequeñas casas de catorce tablas para que en ellas vivan tus ojos que tanto adoro y canto. Así establecidas mis razones de amor te entrego esta centuria: sonetos de madera que solo se levantaron por tú les diste la vida" (octubre de 1959).

    Esa dedicatoria es la explicación de la obra. Me encanta cómo juega con las palabras y con el tono. Recrea el estilo renacentista y barroco nada más empezar: Señora mía muy amada, gran padecimiento... Pareciera estar escuchando a Don Quijote dirigiéndose a su Dulcinea. Neruda reconoce el valor del esfuerzo de componer un soneto, de cómo los poetas se han ajustado a la métrica y la rima que le son propias. Y no es que Neruda no sea capaz de hacer un soneto, por supuesto que puede; es que Neruda lo que quiere es experimentar, jugar, hacer "sonetos de madera" y construir "pequeñas casas de catorce tablas". Sí, sus versos miden 14 (la mayoría). 

    En esta ocasión no voy a comentar nada de los textos seleccionados. Dejo libre la  interpretación del lector para que afloren sus propias sensaciones, mucho más tratándose de poesía. Para ello, he querido profundizar en la vida del autor, en su relación con su mujer y en la dedicatoria de esta centuria, como él se refiere a la obra. No tengamos miedo ni reparos a la hora de leer poesía; no hay que "entender", no hay que saber si se trata de un soneto o si tiene rima asonante o consonante. No; simplemente hay que sentir, dejar que los versos calen en uno y fluya el sentimiento que inyectó en ellos el autor.