La memoria puede tener los ojos indulgentes. Ya no llegan a nosotros los ruidos vivos sino los muertos. Memoria del olvido, escribió Emilio Prados, memoria melancólica, a medio apagar, memoria de la melancolía. No sé quién solía decir en mi casa: hay que tener recuerdos. Vivir es tan importante como recordar. Lo espantoso era no tener nada que recordar, dejando detrás de sí una cinta sin señales. Pero qué horrible es que los recuerdos se precipiten sobre ti y te obliguen a mirarlos y te muerdan y se revuelquen sobre tus entrañas, que es el lugar de la memoria. [...]
Somos el producto de lo que otros han irradiado de sí o perdido, pero creemos que somos nosotros [...]. Yo siento que me hice del roce de tanta gente: de la monjita, de la amiga de buen gusto, del tío abuelo casi emparedado, del chico de los pájaros, del beso, de la caricia, del insulto, del amigo que se nos insinuó, del que nos empujó, del que nos advirtió, del que callado apretó los dientes y sentimos aún la mordedura... Todos, todos. Somos lo que nos han hecho, lentamente, al correr tantos años"
Estos fragmentos pertenecen a la obra Memoria de la melancolía de María Teresa León (Logroño 1903- Madrid 1988), figura clave del comunismo en el exilio y de la lucha por la libertad y la igualdad, pero, sobre todo, escritora. Esta obra es la autobiografía de una mujer que amaba a su país, luchó por él y lo echó de menos cada día que pasó en el exilio. De hecho, empieza a escribirla durante su exilio en Roma, a finales de la década de 1960, y fue publicada en 1970, cuando todavía no había podido regresar a España.
Desde muy joven fue una mujer de acción. Tuvo dificultades para seguir con sus estudios más allá de los estipulados 14 años. De hecho, fue expulsada del colegio de monjas, según ella, por empeñarse en hacer el bachillerato y por leer libros prohibidos. Pero esto no la desanimó y consiguió estudiar en la Institución Libre de Enseñanza y licenciarse en Filosofía y Letras.
María Teresa se casa, mejor dicho, deciden que se casa, en 1920, cuando tenía 16 años y pronto será madre de dos niños. En 1929 conoce a Rafael Alberti y rompe su matrimonio para iniciar una vida con él. En 1932 se casan por lo civil y empiezan a viajar por toda Europa gracias a una beca que recibieron para estudiar el movimiento teatral europeo.
El estallido de la guerra civil les pilla en Ibiza. Durante este periodo María Teresa fue secretaria de la Alianza de Escritores Antifascistas y fundó la revista "El mono azul". Tras la derrota republicana el matrimonio tiene que exiliarse y pasará temporadas en Francia, Argentina (donde nace su hija Aitana) e Italia.
"Estoy cansada de no saber dónde morirme". Estas eran las palabras que repetía María Teresa durante su exilio. Quizás para no olvidarse de lo que le habían hecho o para recordar que todavía le quedaba el regreso... Finalmente, el matrimonio consigue regresar a España en 1977, cuando las condiciones políticas y sociales eran favorables; pero María Teresa ya viene padeciendo la dura enfermedad del alzhéimer y ha perdido la memoria.
A la sombra de Rafael Alberti, su marido durante más de medio siglo, la escritora produjo una variada y destacada obra literaria que incluye teatro, novela, cuentos, ensayo y guiones cinematográficos; obra que ha pasado desapercibida en su mayoría para el gran público e incluso para gran cantidad de entendidos.
Los dos textos que he seleccionados me resultan impactantes. Destaca la importancia de la memoria, no cabe duda que motivada por el diagnóstico de la enfermedad. Me gusta la visión de la memoria como algo vital, hasta el punto de que "vivir no es tan importante como recordar". Como ella dice "hay que tener recuerdos", aunque a veces nos obliguen a mirarlos y nos muerdan.
Con el segundo fragmento creo que muchos nos podemos sentir identificados. "Somos el producto de lo que otros han irradiado de sí". Indudablemente somos una consecuencia de nuestro contexto, desde que nacemos. No se trata de que somos seres autómatas, sino que somos seres sociales que compartimos, nos relacionamos e interactuamos. Es necesario ir forjando una personalidad única, una individualidad que nos singularice, pero somos un producto del correr de los años por nuestras vidas.
Con María Teresa León terminamos el mes de marzo dedicado a la Mujer con la ilusión de haber dado visibilidad a tantas y tantas mujeres que quedaron olvidadas en la historia de nuestra literatura y que merecen nuestro reconocimiento.
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