07 marzo 2022

El sí de las niñas

 DOÑA FRANCISCA.- Haré lo que mi madre me manda, y me casaré con usted.

DON DIEGO.- ¿Y después, Paquita?
DOÑA FRANCISCA.- Después... y mientras me dure la vida, seré mujer de bien.
DON DIEGO.- Eso no lo puedo yo dudar... Pero si usted me considera como el que ha de ser hasta la muerte su compañero y su amigo, dígame usted, estos títulos ¿no me dan algún derecho para merecer de usted mayor confianza? ¿No he de lograr que usted me diga la causa de su dolor? Y no para satisfacer una impertinente curiosidad, sino para emplear método en su consuelo, en mejorar su suerte, en hacerla dichosa, si mi conato y mis diligencias pudiesen tanto.
DOÑA FRANCISCA.- ¡Dichas para mí!... Ya se acabaron.
DON DIEGO.- ¿Por qué?
DOÑA FRANCISCA.- Nunca diré por qué.
DON DIEGO.- Pero ¡qué obstinado, qué imprudente silencio!... Cuando usted misma debe presumir que no estoy ignorante de lo que hay.
DOÑA FRANCISCA.- Si usted lo ignora, señor don Diego, por Dios no finja que lo sabe; y si, en efecto, lo sabe usted, no me lo pregunte.
DON DIEGO.- Bien está. Una vez que no hay nada que decir, que esa aflicción y esas lágrimas son voluntarias, hoy llegaremos a Madrid, y dentro de ocho días será usted mi mujer.
DOÑA FRANCISCA.- Y daré gusto a mi madre.
DON DIEGO.- Y vivirá usted infeliz.
DOÑA FRANCISCA.- Ya lo sé.
DON DIEGO.- Ve aquí los frutos de la educación. Esto es lo que se llama criar bien a una niña: enseñarla a que desmienta y oculte las pasiones más inocentes con una pérfida disimulación. Las juzgan honestas luego que las ven instruidas en el arte de callar y mentir. Se obstinan en que el temperamento, la edad ni el genio no han de tener influencia alguna en sus inclinaciones, o en que su voluntad ha de torcerse al capricho de quien las gobierna. Todo se las permite, menos la sinceridad. Con tal que no digan lo que sienten, con tal que finjan aborrecer lo que más desean,
con tal que se presten a pronunciar, cuando se lo manden, un sí perjuro, sacrílego, origen de tantos escándalos, ya están bien criadas, y se llama excelente educación la que inspira en ellas el temor, la astucia y el silencio de un esclavo.
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DOÑA IRENE.- Es hija obediente, y no se apartará jamás de lo que determine su madre.
DON DIEGO.- Todo eso es cierto, pero...
DOÑA IRENE.- Es de buena sangre y ha de pensar bien, y ha de proceder con el honor que la corresponde.
DON DIEGO.- Sí, ya estoy; pero ¿pudiera, sin faltar a su honor ni a su sangre...?
DOÑA FRANCISCA.- ¿Me voy, mamá? (Se levanta y vuelve a sentarse).
DOÑA IRENE.- No pudiera, no señor. Una niña educada, hija de buenos padres, no puede menos de conducirse en todas ocasiones como es conveniente y debido. Un vivo retrato es la chica, ahí donde usted la ve, de su abuela que Dios perdone, Doña Jerónima de Peralta... 
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DON DIEGO.- Dices bien... ¿Y sabes tú lo que es una mujer aprovechada, hacendosa, que sepa cuidar de la casa, economizar, estar en todo?... Siempre lidiando con amas, que si  una es mala, otra es peor, regalonas, entremetidas, habladoras, llenas de histérico, viejas, feas como demonios... No señor, vida nueva. Tendré quien me asista con amor y fidelidad, y viviremos como unos santos... Y deja que hablen y murmuren y...
SIMÓN.- Pero, siendo a gusto de entrambos, ¿qué pueden decir?
DON DIEGO.- No, yo ya sé lo que dirán; pero... Dirán que la boda es desigual, que no hay proporción en la edad, que...
SIMÓN.- Vamos, que no parece tan notable la diferencia. Siete u ocho años a lo más...
DON DIEGO.- ¡Qué, hombre! ¿Qué hablas de siete u ocho años? Si ella ha cumplido dieciséis años pocos meses ha.
SIMÓN.- Y bien, ¿qué?
DON DIEGO.- Y yo, aunque gracias a Dios estoy robusto y... Con todo eso, mis cincuenta y nueve años no hay quien me los quite.
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    Estos fragmentos pertenecen a la obra El sí de las niñas de Leandro Fernández de Moratín (1760-1828). La obra se estrenó en Madrid el 24 de enero de 1806, obteniendo un éxito rotundo. 
    Pero El sí de las niñas levantaba odios y entusiasmos por su mensaje claramente inspirado en la Ilustración. En 1815, con la Restauración de Fernando VII, la Inquisición española encontró motivos suficientes para prohibir la obra. Esta prohibición se renovó en 1823 y cuando se levantó y la obra pudo volver a escena, en 1838, lo hizo con cortes debido a la censura impuesta.
    Poco más quiero añadir hoy, víspera del 8 de marzo, DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER. Que estos textos sirvan para generar una reflexión sobre la necesidad de educar en igualdad a niños y niñas, para luchar contra las desigualdades impuestas a lo largo de la historia y que todavía se sufren en este mundo tan convulso en pleno siglo XXI. Igualdad y respeto para todas y todos. 

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