No quiero
que los besos se paguen
ni la sangre se venda
ni se compre la brisa
ni se alquile el aliento.
No quiero
que el trigo se queme y el pan se escatime.
No quiero
que haya frío en las casas,
que haya miedo en las calles,
que haya rabia en los ojos.
No quiero
que en los labios se encierren mentiras,
que en las arcas se encierren millones,
que en la cárcel se encierre a los buenos.
No quiero
que el labriego trabaje sin agua
que el marino navegue sin brújula,
que en la fábrica no haya azucenas,
que en la mina no vean la aurora,
que en la escuela no ría el maestro.
No quiero
que las madres no tengan perfumes,
que las mozas no tengan amores,
que los padres no tengan tabaco,
que a los niños les pongan los Reyes
camisetas de punto y cuadernos.
No quiero
que la tierra se parta en porciones,
que en el mar se establezcan dominios,
que en el aire se agiten banderas
que en los trajes se pongan señales.
No quiero
que mi hijo desfile,
que los hijos de madre desfilen
con fusil y con muerte en el hombro;
que jamás se disparen fusiles
que jamás se fabriquen fusiles.
No quiero
que me manden Fulano y Mengano,
que me fisgue el vecino de enfrente,
que me pongan carteles y sellos
que decreten lo que es poesía.
No quiero amar en secreto,
llorar en secreto
cantar en secreto.
No quiero
que me tapen la boca
cuando digo NO QUIERO…
Ofrecemos hoy este poema de Ángela Figuera Aymerich (Bilbao 1902 - Madrid 1984), escritora española representante de la denominada "poesía desarraigada" de la primera generación de posguerra española. Ángela estudió Filosofía y Letras en la Universidad de Madrid, fue catedrática de Lengua y Literatura en distintos institutos de Huelva, Alcoy y Murcia y también trabajó en la Biblioteca Nacional. Ángela Figuera desarrolló su poesía social junto a Gabriel Celaya y Blas de Otero, también vascos, y este vínculo generó la nominación de "el triunvirato vasco de la poesía de posguerra".
Este poema pertenece a su primer libro, Mujer de barro (1948), que refleja la difícil situación que se vivió durante la posguerra, especialmente en el bando "perdedor". Hay que señalar, para la mejor comprensión del texto y de la obra de Ángela Figuera, que ella era republicana y que sufrió la censura del Régimen.
El estilo de esta poeta se caracteriza por un lenguaje sencillo, tratando siempre de que su mensaje llegue a la gente. El texto que presentamos es una buena muestra de ello. En él podemos observar reflexiones de distintos aspectos sociales, políticos, personales... Destaquemos algunos versos:
"No quiero / que haya frío en las casas, / que haya miedo en las calles"
"No quiero / que en los labios se encierren mentiras / [...] que en la cárcel se encierre a los buenos".
"Que jamás se disparen fusiles / que jamás se fabriquen fusiles".
"No quiero / que me manden Fulano y Mengano, / que me fisgue el vecino de enfrente, / que me pongan carteles y sellos".
"No quiero amar en secreto, / llorar en secreto".
Todos los versos son dignos de ser destacados pues todos ellos ofrecen una intensa reflexión sobre la realidad de la España de la época. Pero lo destacable es que, a día de hoy, acabando el año 2023, estos versos siguen resultando actuales en muchos aspectos...
Pongamos atención al mensaje de la última estrofa, donde se utiliza la mayúscula para otorgar mayor énfasis: "No quiero / que me tapen la boca / cuando digo NO QUIERO...". Poco más que añadir... Solo el deseo de que nuestros lectores disfruten con esta lectura.